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Diferencias entre tuberías plásticas y metálicas: ¿Cuál es mejor?

Aunque, con el paso de los años, las tuberías plásticas comienzan a ganar la partida en implantación a las tuberías metálicas (de hierro galvanizado y cobre), aún se utilizan ambas para el transporte de líquidos, en especial de agua fría y caliente para el consumo humano. Conocer las diferencias entre ambas es imprescindible porque se trata de dos tipos de conducciones con propiedades y durabilidad muy diferentes.

Diferencias entre tuberías plásticas y metálicas

La mayoría de las tuberías plásticas destinadas hoy en día al transporte de líquidos en las viviendas están fabricadas en un termoplástico denominado polietileno (PE), aunque también existen conducciones fabricadas en polietileno de alta densidad (HDPE por sus siglas en inglés) para el transporte de líquidos en la construcción, la agricultura, la industria química o los alcantarillados.

Una de las principales ventajas que presentan ambos materiales es su resistencia al crecimiento microbiano, lo que es ideal para el transporte de agua potable. Con esta clase de conducciones se obtiene una menor pérdida de carga por la baja rugosidad que presentan. A esto hay que sumar su elevada resistencia a la corrosión, a la abrasión y al efecto de los agentes químicos, lo que impide que se generen óxidos o que aparezcan metales disueltos en un agua cuyo uso que suele estar pensado para el consumo humano. No solo eso, sino que las conducciones de plástico no transmiten olores ni sabores.

A diferencia de las tuberías metálicas, las tuberías de plástico de polietileno son flexibles, lo que significa que pueden adaptarse mejor al terreno en el que se instalan y que soportan mucho mejor las torsiones y los impactos. Esta es una de las razones de su larga vida útil, que es una de las propiedades que más caracteriza a las tuberías de plástico. También sufren un menor efecto del golpe de ariete. A diferencia de las tuberías metálicas, las conducciones termoplásticas no solo sufren menos averías, sino que tienen un mantenimiento básico, barato y muy sencillo. También las modificaciones de la red que haya que hacer en ellas, por ejemplo con cortes, se pueden efectuar de manera mucho más rápida y sencilla.

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En cuanto a su instalación, el polietileno hace que las tuberías sean mucho más ligeras que las metálicas, por lo que su transporte e instalación es mucho más rápido, económico y requiere de menos recursos. Otro punto a su favor es que las tuberías de plástico que emplean polietileno aprovechan la ventaja de que este material es un aislante eléctrico, lo que lo convierte en insensible a las corrientes eléctricas y galvánicas. Por lo que respecta al medio ambiente, el PE es reciclable, por lo que puede tener otra vida útil cuando ya no se utiliza para el primer uso original.

Usos de las tuberías de plástico y de metal


Para su uso en casa, hoy es común encontrar canalizaciones de cobre dedicadas al abastecimiento de agua y tuberías de plástico para aguas residuales, en concreto para su evacuación. El PE se usa, no solo en tuberías para agua potable, sino también en conducciones de aspersión, micoirrigación por goteo y microaspersión, aguas regeneradas, traslado de sólidos, aguas residuales, transporte de gas y conducciones subacuáticas. Otros usos incluyen drenajes, refrigeración de líneas eléctricas y protección de conducciones de calefacción. En el mundo de las telecomunicaciones son conocidas sus propiedades de aislamiento como tuberías corrugadas para conductos y subconductos.

Mantenimiento y durabilidad de las tuberías plásticas y metálicas


La durabilidad de las tuberías de plástico se estima en cerca de 40-50 años, aunque en la práctica se considera que su vida útil puede no tener fecha de caducidad. Las canalizaciones de acero, sin embargo, se deterioran con el uso prolongado durante mucho tiempo, en especial en las redes de fontanería de las viviendas. Todas las tuberías, por añadidura, pueden sufrir incrustaciones que las dañen, algo que se trata de prevenir utilizando una serie de líquidos que lo previenen. Además, se deben realizar limpiezas de las incrustaciones haciendo circular ácidos dentro de las mismas.

Los costes derivados de la corrosión de las tuberías representan un importante desembolso que siempre se trata de reducir, previniendo los posibles daños que puedan sufrir las conducciones y realizando saneamientos periódicos. La oxidación de las tuberías de metal es uno de los retos a los que se enfrenta la industria de las canalizaciones. Para reducir su efecto se recurre a distintos métodos, como la protección catódica por ánodos de sacrifico o corriente impresa o por aplicación de sistemas anticorrosivos para tuberías aéreas.

Las conducciones destinadas al transporte de agua pueden representar problemas a la hora de cruzar arquetas o en su interior, entre otros puntos. En el caso de las tuberías que transportan productos de elevada sensibilidad, como por ejemplo gas, se busca que el revestimiento interior se mantenga en perfectas condiciones, para lo que es imprescindible conocer el estado de las envolventes.